Bueno, bueno… parece que Mercurio, ese planetita caprichoso que adora darnos dolores de cabeza, finalmente ha decidido ponerse en línea otra vez. Porque, seamos honestos, ¿cuántos de nosotros no hemos sentido que estamos en un episodio de “¿Qué más puede salir mal?” cada vez que Mercurio se pone retrógrado? Si no es el teléfono que se estrella contra el suelo en el peor momento, es el mensaje de texto que envías a la persona equivocada (y claro, no es cualquier mensaje, es ese mensaje).
Durante estas semanas, todo lo que puede ir mal, lo hace. Y no es que uno crea en estas cosas… pero vaya casualidad, ¿no? Como que cada vez que Mercurio decide dar marcha atrás, los cables se cruzan, las citas se confunden, y hasta las plantas en casa se ponen en huelga. Todo es un caos y lo único que queda es suspirar y decir: «Ah, debe ser Mercurio en retroceso…».
Pero aquí estamos, sobreviviendo, porque aunque sea con una ceja alzada y un café en la mano, sabemos que esto también pasará. Y vaya que se va, al fin, para que podamos respirar en paz y no preocuparnos si nuestras decisiones tecnológicas van a salirnos por la culata.
Y es que, cuando Mercurio se va directo de nuevo, es como si de repente las cosas empezaran a tener sentido otra vez. Dejas de sentir que vives en una comedia de errores y, por fin, el universo deja de ser un adolescente en plena crisis existencial.
Así que, adiós Mercurio retrógrado. Nos has dado tus lecciones a punta de tropiezos y mensajes fallidos, pero ya va siendo hora de que te largues y nos dejes un respiro. Aunque claro, sabemos que volverás… y con gusto te esperaremos, con una copa de vino en mano, lista para cualquier otra travesura que nos tengas preparada. Porque si algo hemos aprendido, es que la vida, con o sin Mercurio retrógrado, siempre tendrá su dosis de caos.
¡Nos vemos en la próxima vuelta, Mercurio! Pero mientras tanto, no te olvides de cerrar bien la puerta al salir.